"Ah, mira toda la gente solitaria", dice el oscuro tema, acompañado por violines y cellos que se escuchan de fondo, como un perfecto colchón de espinas. Es la canción barroca y experimental que le puso el punto de seriedad a los Beatles en el albúm "Revolver" de 1966.
Mucho se habla de si la protagonista de la historia, Eleanor Rigby, es ficticia o real. Están las dos versiones. Otros, toman la canción solo como aquella que cambió, se podría decir, el perfil de la banda a medidados de los sesenta. Pero pocos profundizan musicalmente el tema en sí.
Los incisivos violines de fondo que acompañan armoniosamente la melodía, no están por casualidad. No. Las geniales mentes de Paul McCartney y del productor de la banda, George Martin, fueron las que propusieron darle ese aspecto siniestro, cínico y solitario a la música. Luego, dejaron las cuerdas a cargo de los excelsos violinistas Tony Gilbert, Sidney Sax (fundador de la Orquesta Filarmónica Nacional de Londres), John Sharpe y Jurgen Hess.
"Nadie se salvó. Toda la gente solitaria, ¿De dónde viene?", sigue la letra. ¿Cómo evitar sentir un vacío en el pecho, una duda en la mente cuando estas oraciones atraviesan la membrana cerebral, ya consumida por el doble cuarteto de cuerdas dirigido por Martin? Realmente no es solo una canción, es una muestra del prodigioso talento de los cuatro de Liverpool. Una obra de arte.
Disfrútenla.
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